Exposición de Beto Martínez abre temporada 2023 de sala El Farol de la UV
“La otra orilla. Invocar es llamar a través de un ritual” es el nombre de la exposición de pinturas y dibujos que está exponiendo Beto Martínez en la sala El Farol de la Universidad de Valparaíso, en la que vuelve a demostrar su enorme talento, a la vez que la maduración que el tiempo y los constantes viajes por sobre los Andes han dado a su mirada y a su mano.
Al explicar el nombre de la exposición, el artista explica: “Son dos cosas que se unieron al momento de pensar en la muestra, dos orillas que se juntan en el recorrido que uno hace con el viajar, con el ir primero desde Valparaíso a Buenos Aires y de Buenos Aires hacia acá, y ya es un ritual ese viaje. Entonces es esa relación entre esas dos orillas geográficas, pero son dos orillas mentales también, dos orillas de todo tipo y en cada lugar suceden cosas que son necesarias para mí. Y lo del ritual es eso, lo que representa para mí ahora el exponer; hacer una muestra no es sólo lo que dice la palabra mostrar, exponer el trabajo, sino que compartir un encuentro con los otros, con las otras personas, con los otros seres humanos, y ver qué sucede en ese lugar, más allá de ver sólo la obra y brindar, todo eso”.
Traer su trabajo a Valparaíso es parte del ritual, porque, aunque vive en Buenos Aires, viaja constantemente a Chile. Señala: “El 22 de febrero cumplí dieciocho años allá y me es necesario. Primero, las distancias: ya se perdió un poquito esa pared que se supone hace la cordillera, por una cuestión de tanto tiempo viajando y viendo a mis afectos. Y Valparaíso representa siempre para mí el origen de casi todo, diría yo. La infancia, muchos afectos, muchas presencias y ausencias, en mi historia y la historia del país y la historia del puerto, así que hay una cosa ahí que es innegable”.
Lo prolijo de la obra de Beto Martínez invita a preguntarse cuánto tiempo de trabajo hay en las obras la exposición en El Farol. “La verdad —dice— es que me cuesta cuantificar en tiempo, horas, años. Para mí es esto de estar siempre trabajando, siempre elaborando un pensamiento, una reflexión, una mirada, o un estar atento a las cosas que suceden y cómo uno las va absorbiendo y cómo eso se va transformando en un lenguaje, en una obra”.
Agrega que “es difícil decir cuánto tarda cada obra, porque además yo trabajo en varios frentes; a veces estoy pintando de pie, necesito estar de pie, poner el cuerpo ahí, y otras veces necesito estar más concentrado en dibujos de pequeño formato. También hay telas, que son telas crudas en las que he estado probando esto de la cosa más rústica, y de hecho esas telas me acompañan mucho en los viajes, porque son fáciles de llevar, tienen como ese acompañar”.
En ese sentido, se refiere a la ausencia de bastidores y marcos: “Uno es cambiante, como todo. No es que yo dejé de enmarcar o de poner las telas en bastidor, sino que simplemente se da que viajo, y viajo con un rollo, y estar poniendo bastidores de un metro ochenta por dos metros o de dos metros por dos cuarenta se hace complicado, desde el punto de vista económico también. Pero también tiene que ver con otra faceta que se dio con las telas crudas (las que dibujo), que yo en realidad las doblo y pasan casi como si fuesen mi ropa. Entonces hay una relación con mi infancia: mi madre hacía sábanas de saco; hay un encuentro ahí que no es decidido, no es que yo pensé, me acordé y ahí lo hice, sino que simplemente uno se encuentra con el material. Es eso, la materialidad, que la obra no tenga esa perfección o esa delicadeza estética, sino que también se vea en lo rústico y en lo precario que algunas veces el ser humano pasa en su vida”.
De esta forma, la manera de exhibir forma parte de la obra: “Sucedió que cuando empezamos el montaje pusimos las obras en el suelo, para distribuirlas, ver cromáticamente qué iba con qué, cómo hacer esta relación, vínculo, separación, entre lo que es lo plástico y lo gráfico. Cuando estaba ahí en el suelo con Bertrand (Coustou), que es de Bahía Utópica, vimos que juntas no se veía mal como una especie de continuidad; de hecho, se veía muy bien. Esa continuidad yo la vengo trabajando desde otra muestra que hice, ‘Divagaciones nocturnas’, en la sala Galia el año pasado, que hice una residencia, que la hice con las telas crudas, en dibujo, hice secuencias que se llamaban ‘En el camino’, que están ahora presentes en la muestra (en El Farol), y entonces esa secuencia viene siendo como parte de esto que siempre yo cito que es el viaje. El 2003, por ahí, hice mi primera muestra, que se llamaba ‘Viaje lineal’, ya había una cosa con el viaje cuando todavía no sabía que iba a viajar”, explica Martínez.
“La otra orilla. Invocar es llamar a través de un ritual” se expone hasta el viernes 12 de mayo. Puede ser visitada de lunes a viernes, de 10 a 17 horas, con entrada liberada. La sala El Farol se ubica en Blanco 1113, Valparaíso. La muestra cuenta con la colaboración de Bahía Utópica.